¿A qué se dedicaba tu padre?”
Marc Maron ha debido hacer esta pregunta más de mil veces en los 1648 episodios que ha grabado de su podcast de entrevistas, WTF With Marc Maron. El cómico y actor –se le ha podido ver en series como GLOW– anunció esta semana que pone fin al programa que graba de manera independiente dos veces por semana desde hace 16 años. Cuando lo arrancó, a solas con su productor de siempre, Brendan McDonald, que ni siquiera podía decir que trabajaba en el programa porque lo hacía en sus ratos libres, registraba desde el garaje de su casa en Los Ángeles.
Maron pasaba entonces en un mal momento: no terminaba de despuntar como cómico, le habían quitado su programa de radio y además salía de un divorcio complicado. La idea para su podcast, un medio que estaba entonces en estado embrionario y con la que nadie estaba ganando aún mucho dinero, prestigio o influencia, era sencilla. Empezar cada programa con un monólogo desestructurado, entrevistar después a algún colega de profesión durante casi una hora, y terminar con uno solos de guitarra que casi todo el mundo se salta.
Más de tres lustros más tarde, Maron deja WTF porque se siente “quemado y cansado”, según dijo esta semana en su propio programa. Pero puede presumir de archivo. Por su espacio han pasado todos los grandes nombres del mundo del cine, la comedia y la música, de Keith Richards a Nicole Kidman y de Cate Blanchett a Jerry Seinfeld, aunque a menudo los capítulos más jugosos eran aquellos con figuras menos rutilantes, en unas entrevistas que permitían entrar en lo personal sin caer en el estilo entre confesional y terapéutico que se ha popularizado después en el medio.
Una emisión marcó un antes y un después, cuando Maron entrevistó al entonces presidente Barack Obama en su garaje, en 2015. Ahí los estrategas de comunicación ya habían empezado a prestar atención al podcast independiente como complemento a las cabeceras históricas de la prensa, la radio y la televisión.
Del audio al vídeo y del garaje al falso salón, los espacios de entrevistas son ahora una parada clave para las celebridades, aunque la intimidad sea a veces impostada
Sin embargo, quizá el programa más recordado no sea el del Presidente sino uno que ha sido incluido, por su valor histórico, en el archivo de la Biblioteca del Congreso, la entrevista que Maron grabó con Robbie Willliams en 2010 y en la que éste habló de su depresión, su alcoholismo y los pensamientos suicidas que le habían acechado en distintos momentos. Siete años después, cuando Williams se quitó la vida, tras ser diagnosticado de una enfermedad degenerativa, se volvió a emitir el programa, una costumbre de WTF cada vez que un antiguo invitado fallece.
Las adicciones, que Marc Maron también padeció en su juventud, son un tema recurrente en sus conversaciones, así como el judaísmo, en el que se crio, y las relaciones paternofiliales. De ahí esa pregunta-muletilla un poco sexista (las madres nunca figuraron tanto en sus programas) que dio para muchas y muy buenas respuestas: a qué se dedicaba tu padre.
Fue en WTF donde la cantante y actriz Mandy Moore habló por primera vez de su matrimonio abusivo con el músico Ryan Adams, y también allí el cómico Pete Davidson entró a fondo en su complicado cuadro psiquiátrico. Los oyentes fieles recuerdan también la entrevista con la directora de cine indie Lynn Shelton, en 2010. Era evidente la química especial entre ambos y, de hecho, años después, Shelton y Maron se hicieron pareja. En 2020, ella murió de manera inesperada y nadie puede escuchar la introducción que hizo el presentador a la reemisión póstuma de su programa sin romperse.
En la última emisión, en el que anunció su despedida, Maron le dice al invitado, el cómico John Mulaney: “creo que hemos hecho algo grande para la cultura, pero también siento como si hubiera dejado escapar el Kraken”, en alusión a que su formato, el podcast de entrevista con famoso, es ahora inescapable y dominante y ha dado lugar a múltiples espacios clónicos, algunos de muy alto presupuesto, con presentadores en estudios que simulan salones domésticos (mucho sofá mullido), en los que se invita a los invitados a quitarse los zapatos y a dar la impresión de que están contado algo que nunca han dicho, aunque ese contenido se haya pactado previamente entre publicistas. Es fácil encontrarlos en las listas de Spotify de podcasts más escuchados: los de Alex Cooper y Dax Shepard triunfan en Estados Unidos, y por aquí los de Laura Escanes o Vicky Martín Berrocal, premiada con un Ondas.
En otro momento del espacio, Mulaney se alegra porque están teniendo esa conversación sin cámaras delante. Y esa es una diferencia crucial entre WTF y los podcasts de entrevistas de última generación, pensados para funcionar sobre todo en vídeo y para producir reels, mínimas unidades audiovisuales que aspiren a la viralización con frases editadas para maximizar su impacto en Instagram y Tik Tok. El estilo divagante de Maron no se presta al reel y él tampoco ha querido o sabido entrar en ese juego, ni al de inundar las redes con su contenido.
Curiosamente, en el festival de Tribeca, que se celebra estos días en Nueva York, coinciden dos documentales que, juntos, explican esta evolución que ha tenido lugar en la última década. Uno es Are We Good?, un retrato del propio Marc Maron y de su periodo de duelo tras el fallecimiento de Shelton. Y el otro es Call Her Alex, sobre la podcaster, empresaria y ex futbolista Alex Cooper, de 30 años, considerada una de las figuras más relevantes en el panorama mediático actual, la única mujer capaz de igualar en términos de audiencia e ingresos a los radiofonistas influyentes de la machoesfera cercana a Trump como Joe Rogan.
A primera vista, los dos, Maron y Cooper, hacen lo mismo: entrevistar a famosos en un ambiente íntimo y hablar con ellos de temas que van más allá del último producto que promocionan –Cooper, que empezó su podcast como un espacio de sexo y relaciones, es especialista en conseguir revelaciones jugosas en ese ámbito, como cuando Gwyneth Paltrow le contó que Brad Pitt era mejor amante que Ben Affleck–, pero en realidad representan formas y momentos muy distintos. Ella, que inventó la copiadísima idea de hacer la entrevista en chándal y calcetines, como si tuviese lugar en una pijamada de amigas y no en un estudio con un equipo de profesionales, está forjando un imperio mediático que incluye marca de ropa, tours de eventos en directo, numerosos productos audiovisuales y asociaciones con marcas.
En 2021, la empresaria firmó un contrato de exclusividad con Spotify por 52,5 millones de euros y tres años más tarde negoció con Sirius por 109 millones. Cuando, en plena campaña presidencial, Kamala Harris se sentó (con zapatos) en su saloncito, casi diez años después de que Barack Obama visitase el garaje de Marc Maron, todos los medios coincidieron en un mismo análisis: Harris necesitaba a Cooper bastante más de lo que Cooper necesitaba a Harris.